lunes, 17 de diciembre de 2012
Reflexionando entre líneas.
Salga de su casa y empiece a caminar, sin apuro y sin preocupación. Al cruzar, mire a ambos lados, como si estuviera viendo al pasado o al futuro. Siga. No arrastre los pies. Inhale y exhale el hermoso aire que nos regala esta naturaleza. Vea pasar los autos y colectivos, seguro se pregunte hacia dónde van todas esas personas. Usted no las siga, mire al frente. Recupere la tranquilidad que había perdido unos minutos antes. Cruce la calle devuelta, como si no existiera nadie en el mundo, más que usted. No mire para atrás, deje los problemas lejos, y mire para delante como si ya hubiera aprendido del ayer. No agache la cabeza, se va a llevar puesto a lo que le depare su presente. Siga respirando. Cruce devuelta, otra vez mirando para ambos lados, como si estuviera en una película de acción y alguien lo acecha, pero tranquilo. Siga su rumbo hacia quién sabe dónde, de nuevo, no arrastre los pies, quizás se tropiece y le cueste levantarse. Levántelos al caminar y vigile dónde pisa. Vea cómo el sol le pega en la cara. ¿Hermoso, no? Siga, buscando algún lado donde sentarse, o si quiere siga caminando, usted manda y eso nadie se lo quita, es el protagonista de su propia historia. Escuche a los perros ladrar, a los niños correr, reír, recuerde su infancia, o alguno de ellos lo hará por usted. Escuche las conversaciones de los que pasan a su lado, aunque sin interés, son más personas como usted, que recorrerán, en algún momento, diferentes caminos, aunque con la misma certeza: No saber a dónde ir. Vuelva a lo suyo. Sienta cómo su vida va a su lado. Usted mismo tiene el poder sobre ella. Caminos, salidas, y un final. Dibujar sin borrador, de eso se trata la vida. Nunca le van a pedir permiso, usted nació y nadie le preguntó. Pero puede esperar que un factor externo o interno termine con usted, o usted mismo ponerle final a todo. El destino está escrito, pero puede cambiarlo si quiere. Logre apreciar todo lo que le da la vida, en el momento en que lo tiene, y no cuándo ya no está entre sus manos. Reconozca errores, pero jamás haga lo que no le gusta que le hagan. En el momento de quejarse, seguro usted sea el que pierda. Nunca pague con la misma moneda, no crea en el "ojo por ojo". Así esta sociedad solo se quedaría ciega sin arreglar nada. Siga. Un paso que da, es un nuevo pensamiento. Imposible poner la mente en blanco ¿Verdad? Las cosas nos afectan de algún modo, por la importancia que les damos. No le va a poner buena cara a los problemas, y está perfecto, aunque el mal humor no sea la solución. ¡No afloje, che! Usted camine y piense. Abra la cabeza y métase dentro de ella. Piense pero no tanto, no sea que se canse de hacerlo. Si siente que lo malo es eterno, recuerde sus momentos buenos, así comprenderá que todo es temporal. Si cuando no está bien, todo le recuerda a su propia sonrisa, comprenda que todos se olvidan de cómo sonreír de a ratos, de a semanas, de a meses, pero sepa que todos también vuelven a acordarse de cómo hacerlo, sepa que esa sonrisa jamás se fue, siempre estuvo, pero nada la motivaba a aparecer. Si solo recuerda flagelos y estragos, quizá ese sea el momento para lagrimear un rato. Usted camine y camine, camine en la vida, baile. Si llueve, no se quede adentro de su casa por miedo a la lluvia, por miedo a mojarse o de pescarse un resfriado. Y si está abajo de la aguacero, no corra, adelante llovizna y atrás también, tampoco busque un techito. Como la roca se moja, hasta la persona más fría siente amor, aunque ni la roca demuestre su disgusto ni el frío demuestre ternura. Como todo el que se enamora, sufre, aunque también la pasa bien, usted no tema mojarse, si se resfría, ya pasará. Disfrute la vida a todo momento, a toda hora, no aprecie lo que no disfrutó, aprecie lo que logró, y sobre todo, camine, nunca se quede parado o acostado, a menos que tenga sueño o esté un poco cansado. No sea su propio castigo. Llegó a ese lugar que buscaba. Siéntese en el pasto, o acuéstese. Mire el cielo, la gente que pasa. Los muchachos con la pelota, los niños con la bicicleta. Las parejas besándose. Usted sabe, la felicidad es más linda cuando se comparte, sabe también que si algo lo pone mal, es por el valor que le pone a aquellas personas. No podemos suponer, no podemos querer que nadie nos lastime. Nosotros, él, ella, usted mismo es humano. Usted seguro comete errores, seguro lastimó sin querer a quien más quiso o quiere, y todo quizás, por no controlar sus acciones o palabras. El perdón existe, pero esa palabra no debe perder su sentido. No hay que ser orgullosos tampoco, hay que saber controlar eso, para no perder a quien en verdad vale la pena. La gente no se da cuenta a veces, y usted como yo, pertenecemos a esa gente también. Todo hiere y lastima en esta vida. Y las cicatrices demuestran que eso existió, que eso pasó, y por algo se aprende de lo pasado. No hay que vivir con miedo a sufrir. La felicidad se comparte, pero también entienda, que usted es el dueño de su propia alegría. Aunque a veces es más fuerte la tristeza, si esa alegría no se la da quien está usted esperando. Acepte las cosas, tenga paciencia ante los momentos malos o ante sus seres queridos. Y cambie si se da cuenta que eso no funciona. La vida es un cambio constante, usted la dirige con sus acciones, usted la carrila o descarrila y de ahí saca una enseñanza. Nunca pierda los sueños y luche por ellos. Lo imposible es aquello que hoy rige en esta vida, y como una vez alguien dijo, hay que luchar por eso. Lo imposible no es sinónimo de inalcanzable, porque lo inalcanzable no existe. Nunca se rinda ni baje los brazos, como ya he dicho, todo es temporal y lo único eterno que existe son los recuerdos, que quedan flotando en el aire aunque usted ya haya fallecido. Seguro alguien recuerde por usted, y así sucesivamente. ¿Está acostado en el pasto? Muy bien. Respire. Nos ilusionamos mucho, ¿no? Quizás hasta nos amarramos al globo pensando que nunca se va a pinchar. Pero justamente el globo es débil, y si no se pincha, se irá desinflando de a poquito. La idea está en ilusionarse sin volar. Mantenga los pies en la tierra. Eso hará que no duela mucho la caída. Nos ilusionamos y nos decepcionamos, esperando y esperando. Ahora, ¿está usted listo? ¿Siente eso que yo sentí? La vida nos depara sorpresas, siempre. Y esas sorpresas se dan porque nosotros estamos despistados. Sienta, ahí, sentado en el pasto de esa plaza, lo lindo, la belleza, la hermosura de no esperar nada. De saber que usted está ahí y no está apurado, ni nada por el estilo. Solo se encuentra sentado, mirando a los demás, imaginando, pensando, pero sin esperar. ¿Y quién sabe? La vida le puede dar sorpresas. Para bien o para mal. Y aunque cueste, aunque nosotros demos y esperemos recibir lo mismo, el secreto está justamente en no esperar nada. Ilusiónese, pero no sea iluso. Las ilusiones son las cosas que le gustarían que pasen, pero no en verdad van a pasar. Acepte eso. Y aunque hayan personas que solo aumenten esa esperanza, sepa usted que aunque duela la decepción, usted no tuvo la culpa. En esos momentos, levántese y siga caminando. No esperar nada, tan simple como eso. Tan linda la vida, que puede darnos una gran reflexión hasta en los momentos peores, y tan solo con estar en una plaza sentados. ¿Usted puede creer eso? Ahora sí, vuelva a su nido, o quédese un rato más, pero lo importante es que lo ponga en práctica. Yo estoy muy viejo como para hacerlo, además, ya no tengo nada que esperar, nada que superar, nadie que esté lejos que me de a pensar si me extraña o se está olvidando de mi, nadie que me ilusione o decepcione, solo me queda mi soledad y yo, y justamente todo lo que comprendí, fue en el mismo momento, en que ya no tenía más nada, solo un banco de un parque que se encuentra a unas cuadras de mi casa.
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