domingo, 21 de diciembre de 2014

Y.. las personas deberían medir sus palabras. No decir cosas que no sienten. Sino, el iluso: se rompe, se pincha, se ahoga, se tropieza, en su propia desilusión.
Hay varios tipos de desilusiones. Y todas duelen, de la misma manera, según en qué momento de tu vida te encuentres.
Hace meses duele la misma: Las palabras que dijeron, que no sintieron, que me creí, y que se volaron con el viento. Porque sí, a las palabras hay que calibrarlas. Uno las dice, y está bien, ya fue. Mañana se hace el que no pasó nada. Pero quien las recibió, no deja de pensar en el "¿por qué?". Y es una pregunta que nunca se va a poder responder, porque quien no calculó lo que dijo, mañana...

("- ¿Por qué? - Nada más todo esto tenía que pasa").

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