martes, 22 de julio de 2014

Sé cómo terminar lo que quiero escribir. No cómo empezarlo. Todo al revés a mi vida, que siempre supe cómo empezar algo, pero nunca terminarlo. Supongo que las partes difíciles son las que uno no quiere enfrentar. Mi problema es que no tengo nada para confrontar, excepto a mi mismo. Y acá entran en juego mis necesidades y deseos, y lo que claramente no me interesa ni me gusta: La espera. Soy una persona con mucha paciencia, pero cuando siento que ya esperé demasiado, busco una salida. Pero al final, no sigo más que esperando. Aguardando por lo que necesito. Pero no todas las personas te pueden dar eso, y ahí está el conflicto: Nos encerramos en lo que queremos, aguantando, permaneciendo, preparados para recibir eso que anhelamos. Pero nunca va a pasar. Porque todas las personas son diferentes, algunas van a estar dispuestas a darte todo y mucho más, otras no van a poder hacerlo porque no les sale, y van a darte solo lo que pueden, y otras directamente no van a querer hacerlo.
Hasta hace un mes no esperaba un día encontrarme escribiendo esto, ni se me hubiera pasado por la cabeza. Ya fui esto y peor, y no quiero volver a serlo. Ya me odié, no quiero otra vez.
Y ahora me encuentro con un montón de necesidades, deseos, que ni siquiera quiero contar.
Ya te busqué sin saberlo, ya te encontré sin esperarlo, quizás seamos muy diferentes, quizás nunca me entiendas y yo nunca te entienda a vos, pero más allá de todo, lo que de verdad necesito es a vos.
Que mis resignaciones, mis inseguridades, mis celos, no te permitan que me dejes de querer. No sos para mi, ni yo para vos, pero quereme mucho. Te lo pido a gritos. Si no querés, no lo demuestres todo el tiempo. Si no querés, no escuches cuando habla mi lado cursi. Pero quereme y no dejes de hacerlo.
(Y sí, así quería terminar de escribir esto).

No hay comentarios:

Publicar un comentario