Y vas, vas sonando como si nada importara. Y a veces vas sonando como si todo lo hiciera. Nunca te escuchás de la misma manera. Nadie lo hace. Porque al fin y al cabo, somos una cajita musical. Pero no hacemos sonar la misma melodía con cualquier persona. No. Eso es casi imposible. Está quien te produce una melodía simple, mientras que está la persona que te produce una melodía divertida. Existen aquellos que nos hacen sonar una melodía triste, depresiva, y quien nos hace sonar una música tranquila. Cuando tenés miedo, la melodía va más rápido, como el latido de tu corazón. Y cuando estás nervioso, se traba, y se traba, y se vuelve a trabar. Cuando estás enamorado, la melodía es como la de una película romántica. Y cuando estás enojado, mejor que no te hagan sonar...
Pero más allá de todas las melodías que somos, de toda la música que podemos hacer que suene, hay una persona destacable. Y es la persona que logra entusiasmarte. Esa que te dice "Mirá, esto que vos creías que era imposible, en realidad no lo es". Esas que tienen el poder de sacarnos, sin duda, nuestras mejores melodías. Dándonos cuerda una y otra vez, y evitando que andemos desafinados por la vida, más allá de la persona que se nos ponga delante. Y cuando uno conoce a una persona capaz de lograr algo así, no debe dejarla ir nunca. Porque te saca de la atmósfera, te lleva a otro mundo, y te quiere escuchar como si fueras la única cajita musical que existiera.
Y así sí, vas sonando como si ya nada importara... más que ella y vos.
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