En mis sueños las cosas salen mejor.
Ahí, sé jugar al fútbol, sé tocar la guitarra, sé cantar, tengo plata y ayudo a quien lo necesita. Ahí no existe la maldad, los corruptos desaparecieron, y la honestidad y el amor gobierna. Ahí, además de tener mi edad actual, también soy grande, estoy casado con mi novia y tenemos unos hijos hermosos. Me recibí de varias profesiones y les damos todo. Ahí mi vieja es eterna. Con mis hermanas me llevo maso, como todos los hermanos. Sigo unido a mis amigos y nos perdonamos por los errores. Ahí no existen los prejuicios, la gente indeseable tiene la boca cerrada. Ahí soy mejor. Soy lo que en la realidad no logro ser. En ese mundo, nada sale mal.
Lamentablemente, ese lugar solo me lo invento para escaparme un ratito de acá. Cuando escucho música, cuando estoy por dormir, cuando viajo en el colectivo o cuando estoy acostado mirando el techo. Es lo que me gustaría que pasara, es lo que deseo.
Y quizás, debería dejar de soñar, pero a veces, cuando las cosas no me salen bien acá, esos sueños son como un suspiro.
(Quien lo lea pensará "Qué sueños pelotudos que tiene este pibe". Pero a mi me gustan, y creo que es lo que importa).
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