A veces juego con mis propias ilusiones. Son como globos que al flotar tan alto se pinchan y... Se generan una y otra vez, sin descanso. Juego con ellas porque dicen que, si no puedes contra tu enemigo, únete a él. Y si bien voy en contra de esa norma, yo soy mi propio enemigo, y las ilusiones son parte de mi. No puedo no ilusionarme y no volar. Despegar los pies del piso es uno de los errores que más suelo cometer, y me gusta. Las ilusiones me traen desilusiones, penas, dichas.. Estas me traen melancolía y nostalgia, que inspiran, y aquí yo, escribiendo. Soy mi propio karma. Me doy la cabeza contra la pared (Y les miento si les digo que no me doy cuenta). Tengo amores imposibles en la ciudad del desencuentro, a la que visito todos los días. Allí, solo me encuentro con esas aventuras que influyen en el latido de mi corazón. Mujeres que llaman la atención con tan solo un suspiro, asfixiando el dolor de uno mismo. Personas que bailan sobre la vida, para que la vida no los baile. Payasos que demuestran sus lágrimas y artistas que nostálgicos hacen melodías tristes para enamorar.
Mis ilusiones se inflan en aquella ciudad. La ciudad del vicio y los amores cortos. En los días de semana, todos somos diferentes a lo que somos los fines de semana, que empiezan los Viernes a la noche. De Lunes a Viernes, nos enamoramos cada vez más, vivimos por una mina que nos hace mal. (Los amores de colectivo no cuentan, ya que también aparecen un Sábado a la noche, como un Domingo a la madrugada). Escuchamos canciones tristes y entre amigos derramamos sonrisas, aunque nos estemos destruyendo por dentro. Siempre está esa que nos puede, y nos saquea sonrisas de verdad, pero cuando se va, todo vuelve a ser igual, solamente que con más preocupaciones "¿Me sonreirá solo a mi?", "¿Por qué no puede quererme si estoy entregado a sus pies?", "Hoy me trata bien, mañana me tratará mal, y no la entiendo. ¿Qué quiere?".
Los fines de semana, se trata de que estas preocupaciones salgan a la luz. Usamos caretas fuertes, tomamos licores, vodkas, champagne, tequilas, vinos y unos cuantos más. Si pega un poco, mejor. Se nos va la timidez, bailamos sin compás, prenden cigarrillos para matar la ansiedad, juntan las pocas tucas que quedaron de unos últimos abrazos, y las guardan. Allí las ilusiones no existen. Los amores pasan de boca en boca y el placer es que el corazón no late por nadie, sino por sí solo. Las charlas van a un oído y salen por el otro, los mareos son comunes y la alegría es más fuerte que la tristeza. (Esto puede variar, ya que muchas personas han terminado mal, luego de tomar demasiado. Esto pasa porque se confunden y toman del alcohol del recuerdo y de la pena, que el efecto es acordarse de personas indeseables, momentos que son mejores olvidar.. Es como estar en tu casa, recordando, pero los nervios de tanta gente a tu al rededor, el frío, el calor, hace peor). Luego, se bajonea un pancho en la esquina, unas facturas de la panadería, lo que sea, con tal de saciar la sed de hambre. Ahí las ilusiones siguen sin aparecer, se fueron de la cabeza. Cualquier señorita te sonríe, y la que no, a otra cosa. Luego, se vuelve cada uno a su casa, contando las aventuras de la noche, cuántas chicas de corazón frío rozaron sus labios...
Al otro día, solo queda el dolor de la cabeza. Eso también varía, si se tomó mucha agua, no va a ser muy fuerte este. Al final, estamos en Domingo. Las ilusiones quizás se retardan y vuelven el Lunes, pero el Domingo deja un dolor tan fuerte en el pecho, que solo se cura tirándose a la cama y no despertarse. El Domingo es asesino y no te deja pararte, y cuando te parás, es aburrido mirarlo desde arriba. Ni el sol importa, ni la lluvia, ni nada.
Y el Lunes, vuelvo a jugar con mis ilusiones. Ella vuelve a jugar con mis ilusiones. Hasta que termino todos los días sentado en el banco, esperando para jugar. Cuando me meten en la cancha, la desilusión me tumba otra vez, y me quedo tirado. Tu mano izquierda la agarra la ilusión, la derecha, la desilusión. Y la única manera de soltarse, es saliendo los fines de semana a la noche, por la ciudad del desencuentro, donde todos se encuentran, y para un poco esa tristeza, que agrede sin justificación.
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