Tu boca roja en la mía, la copa que gira en mi mano, y mientras el vino caía supe que de algún lejano rincón de otra galaxia, el amor que me darías, transformado, volvería un día a darte las gracias.
Cada uno da lo que recibe, y luego recibe lo que da. Nada es más simple, no hay otra norma: nada se pierde, todo se transforma.
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