viernes, 6 de julio de 2012

Si ya nada importa yo no voy a seguir navegando hacia vos. Hoy prefiero quedarme sentado, despidiendo los finales de este adiós. Porque después de cada puerta que se cierra, se abre otra. Porque después de cada dolor, nace una nueva alegría. Porque después de cada lluvia, nace un arco iris. Porque después del descubrimiento, nace la teoría. Nada queda en la nada. Hay un antes y después. Y hoy en esta orilla, por vos clavo el ancla. 
Seguiré mirando hacia la frontera, como todo perdedor. Yo admiro el anochecer y el amanecer. (El atardecer es ese intermedio que sirve para crecer). Seguiré mirando la frontera, seguiré observando mi alrededor. Sé que cuando salga de la cuna el Sol, todo se remendará. Una nueva ilusión crecerá. Y ahí todo otra vez. Viviendo entre la noche y el amanecer. Quedándome en medio del mar, sin saber qué hacer. Sin navegar, naufragando sin reparo con mi corazón en la mano... Plantando mi bandera blanca, volviendo a la orilla, terminar clavando el ancla...

(A veces se pierden las esperanzas. Si pueden, guárdenlas junto a la confianza, que a veces, en algunas situaciones, es lo más preciado que tiene uno).

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