No esperar nada de nadie.
Tan simple... Y a la vez tan complicado.
Aunque si no esperáramos nada de nadie, nadie haría nada porque... "¿Para qué, no? Nadie espera nada de mi". Somos ilusos, y seguimos dando todo, y fingimos que no. Pero el que no espera nada, se podría decir que, ya tiró la toalla. Y eso no es de valientes.
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