martes, 18 de octubre de 2011

Carta I.

Caen lágrimas de nubes rotas contra mi ventana, no sé qué pasa, la melodía de mi soledad fue interrumpida, y me duele todo menos la melancolía. Escucho cómo el aire sopla el himno de los desamparados, mientras resuenan las voces de sueños empapados que no quedaron ni siquiera en la memoria, que paso por paso se van haciendo escoria. Veo, cómo el exterior refleja mi interior (Faltaría algún relámpago, algún trueno como los que tengo en mi cabeza, y un par de terremotos y huracanes que sacuden más a la tristeza). Pero en sí, así está el tiempo en mi ciudad.. El tiempo. Solo vivimos nuestro pasado en la mente, mientras nos preocupamos por un futuro que no existe en el presente. Voy pisando piedritas en la arena. Voy recolectando frutos prohibidos para mis penas. Escupo mi criterio en una botella, y la tiro al mar, que cortado está como mis venas (metafóricamente, ya que ni una aguja me puedo clavar), y desborda en un río de escenas, que envenenan el universo de mil estrellas (Ponele que las estrellas son mi inconsciente mezclado con mi conciencia) y que por razones ilógicas, transforman esta vida en una empolvada historieta, guardada entre cajas, sin nadie que las admire, sin nadie que las lea. Y así voy, haciendo un paso y arrepintiéndome de dos. No quiero dar un monólogo, porque en realidad me quedaría más solo. No quiero tampoco el prólogo de algún cuento (o bueno, consejo) que me pueda encaminar, ya que no lo voy a aceptar, y si lo acepto, no le voy a hacer caso, y si le hago caso, ¿Qué más da? En un rato vuelven más problemas, y ya no respondo de preguntas típicas como: "¿Fantasía o realidad?", "¿Casualidad o causalidad?", entre otras. Me cansé de ser yo. Una bala imaginaria está traspasando ahora mismo mi corazón, y este mismo sufre la eutanasia de la esperanza, de la ilusión. Y es que estas son dos fuegos repentinos que sufren el apagón, ese que todos sufren en plena felicidad, en plena movilización unida. La esperanza se apaga, la ilusión se quema (Imaginemos que es una lámpara), y solo quedan metáforas escritas por quien le escribe, y melodías, muchas melodías tristes (mientras les escribo), y que ustedes jamás podrán saber cuáles son, ya que no les voy a brindar esa información. Me reuní en un montón de palabras solo para demostrarme a mi mismo que aún queda inspiración, y que puedo demostrar mi horror al errar por terror a fracasar. Soy una confusión, sí. Soy un hijo de puta, lo más probable. Vivo tarde. Despierto de mis sueños que son los únicos que tengo. Camino pensando recuerdos que debería dejar y no suelto. Imagino un futuro que no sé si existe ya que no tengo los huevos para luchar por algo que quiero, y me duermo pensando en los males que me han hecho, y vuelvo a soñar, con su sonrisa, que desearía que fuese solo mía, solo mía, y termina siendo solo una sonrisa, regalada a mil idiotas (Y decir que a veces esa sonrisa es mi paracaídas). Quisiera escribir más, pero, las ganas de terminar esto están acá (A comparación de las ganas de vivir, que vuelven un día y se van al siguiente; Yo tiro la toalla pero la vuelvo a agarrar) Y la verdad que no entiendo estos acertijos a los que fue sometida mi felicidad. Tal vez es una prueba de porqué la felicidad no es eterna. Pero la verdad, al no ser la felicidad eterna, algo queda. Y solo quedan vestigios de toda tragedia. Y una tragedia, yo no lo defino como algo dramático, sino como algo que queda grabado en la mente de todo ser humano, y puede llegar a ser una tragedia que solo a uno le haya pasado, o a dos, o a tres o a cuatro. Llamémosle tragedia a esos recuerdos que no van a ser borrados. Que para bien o para mal, que aunque sean una mierda o sean rasgos de que un poquito de felicidad queda en esta bomba universal (Que en cualquier momento va a explotar), quedan en nuestra cabeza triste llena de dudas y certezas. Cada persona es un mundo, es un universo. Cada uno se encarga de sus penas como puede. Cada uno, lleva vestigios de tragedias guardados en su mente. Y ahí, les doy mi punto de reflexión después de escribir unas cuantas palabras al pedo, que seguro ni dos van a leer todo este texto (Nunca me gustó lo que escribo, así que ni se los recomiendo). Perdón si doy vueltas, soy así. Y bueno, ahí está, los dejo tranquilos, fin.

Tincho.

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