Y es siempre lo mismo, perdidos en el destino.

Me llamó la melancolía desde tu casa, me preguntó dónde estaba. "-Caminando sin tu compañía" le contesté, mientras que tu cara se tatuaba en mi piel. Corté con el teléfono, y me llamó la nostalgia a lo lejos. Me preguntó por qué caminaba sólo, y contesté "Sólo, nada más corro un riesgo, y es el de volverme viejo". La dejé hecha a un lado, cuando los recuerdos me gritaron y preguntaron, "- ¿Perdiste la cabeza?", "-No, sólo rompí la foto de mi princesa, y espero una sonriente tristeza". Y así fue todo, pero todo el viaje. Hasta que apareciste vos, con la forma de nadie. 

Llegando a un campo me encontré con el silencio, quien no hizo más nada que callar. Hasta que un ruido delató su sentimiento, el de poder hablar. Mi lengua empezó a contestarle, pero ya era bastante tarde. En el desierto de su boca encontré el triste sabor de la victoria, pero tan sólo me regaló una derrota, sacarte para siempre de mi memoria. Su mirada no decía nada, y no tenía un final feliz su cuento de hadas, sólo fue una triste mañana, pero siempre fue lo mismo, su vida está llena de amores perdidos. Y así fue todo, siempre lo mismo, perdidos en el destino.

Desperté a la noche y abajo de la luna se encontraban las estrellas, tus penas, las lágrimas guardadas en botellas. Con el fuego, ese que ayer nos prendía, hoy me quema, y allí vi tu dolor, y tus llantos, en secuelas. Pedí piedad al cielo, y me di cuenta que había sido todo un error. Que dolía hoy, que iba a doler al otro día, hasta que todo se concentrara en otra silueta perdida. Base de desconfianza, una pizca de palabras, 100 gramos de promesas rotas, y el dolor al saber que así son las cosas, que nada cambiará. El papel del malo lo tenía el bueno y así viceversa, ¿Cómo olvidar el saber que fuiste un error? ¿Cómo tratar de no pensar en las lágrimas de una princesa? ¿Cómo callar a mi estúpida razón? Que de razón no tiene nada, pero que me costó varios llantos y un corazón.