miércoles, 29 de junio de 2011

Son juguetes rotos olvidados en cada rincón, destruidos, muertos como una flor, desgastados por la infancia de un niño que creció, empañados por esperanzas de un chico que en la oscuridad a la inocencia olvidó.
Niño crece y deja de creerse príncipe para convertirse en uno, rescatando a su princesa de lo absurdo. Juega con su orgullo, empieza a ir al frente como todo un soldado, entregando el corazón en cada batalla, siendo vencedor o cayendo derrotado. Deja de jugar con los muñecos para convertirse en la marioneta de la ilusión; Deja de tirar la moneda sabiendo que cara o seca caerá "Dolor". Se convierte en un adulto pero ama como un crío, sufriendo siempre por lo mismo, malgastando lágrimas en este mundo tan frío, que congela sentimientos y derrite felices momentos. Ya no arma rompecabezas, resuelve a su propia razón. Ya no juega en la lluvia demostrando su destreza, se hunde en llantos por haber perdido al sol. Ya no se divierte empañando y dibujando en el espejo, busca reflejos de una mirada que con su brillo le de un beso. Juega con sus labios, esperanzado, buscando ayuda, pero tan sólo encuentra su daño, extraña viejos años, mientras se da cuenta que todo ha cambiado.
Niño se hace mayor, deja los castillos de arena, se tira al río, y comienza a nadar contra la marea; El castillo se destruye y de él queda tierra mojada, como cuando se hizo grande y dejó los sueños durmiendo en la almohada, entre sabanas se cuidaba, y ahora nada, era el rey de la esperanza, y se convirtió en esclavo de la desconfianza, alumno del miedo, e hijo de la añoranza. Pasa el tiempo y se pregunta, ¿Dónde quedaron las sonrisas que ayer iluminaban? Tan sólo se ilusiona, sufre, y la risa se le despinta de la cara. 
Niño recuerda a sus juguetes, recuerda sus momentos de niñez, quiere volver atrás pero el tiempo ya se fue; Aprendió a vivir, que para ser feliz hay que sufrir, que para conseguir amor hay que jugarse el corazón, que se tropieza con la misma roca muchas veces, que aunque no es la experiencia, de los errores se aprende, que se respeta la presencia de uno cuando la ausencia está de turno, que los labios no besan tan bien como la mirada, que una sonrisa vale más que una vacía palabra, que las caricias son el lenguaje del alma, que los recuerdos no se olvidan, sino se guardan (Lo que hoy te hace sufrir, será motivo para sonreír mañana), y que los sueños van a la par con la esperanza, sueña entre sábanas, llora en tu almohada, sonríe ante todo, libera el dolor, deja que se vaya, recuerda que las heridas que hoy duelen, mañana sanan.

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